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Ejercicio y medicamento

Un estudio de la London School of Economics, publicado en British Medical Journal, indica que el ejercicio puede igualar el efecto de la medicación y reducir la mortalidad de enfermedades cardiovasculares y diabetes. 
Este estudio meta-epidemiológico indica también que el ejercicio es más efectivo que el tratamiento farmacológico en los pacientes que se recuperan de un infarto y que, en cambio, los diuréticos fueron más efectivos que el ejercicio en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca. 
La rehabilitación cardiaca basada en el ejercicio fue típicamente un componente del cuidado de los pacientes con enfermedades coronarias. De la misma manera, la actividad física fue un componente de las intervenciones de modificación de estilos de vida multifactoriales para prevenir la diabetes en pacientes con intolerancia a la glucosa y niveles anormal de glucosa en ayunas. 

Los pacientes con infarto cerebrovascular, participaron en una mezcla de entrenamiento cardiovascular y de fortalecimiento muscular, con el fin de disminuir el riesgo de una mayor discapacidad, dependencia y mortalidad. Y, por último, los pacientes con insuficiencia cardíaca crónica realizaron un entrenamiento aeróbico y de resistencia.
Por otro lado, el ejercicio fue significativamente más eficaz que en los controles, en cuanto a la reducción del riesgo de mortalidad entre los pacientes con infarto, y superó al consumo de anticoagulantes y antiplaquetarios a la hora de reducir el riesgo de otro infarto cerebrovascular. En cambio, respecto a la insuficiencia cardíaca, los diuréticos fueron más efectivos que el ejercicio, que los inhibidores de la ECA, o que los bloqueadores de los receptores de angiotensina.

El profesor Naci comentó que esperaba que el estudio pudiese permitir llegar más lejos, a través de una investigación más rigurosa en cuanto a la valoración del ejercicio como una opción de tratamiento: "Desde hace algún tiempo los investigadores han cuestionado la eficacia comparativa de los medicamentos, y hay cierta evidencia del beneficio del ejercicio y de los medicamentos por sí solos, pero en cambio hay pocos estudios, si los hay, que comparan el ejercicio con la medicación".

Christopher M. O'Connor, jefe de la división de cardiología y director del Centro de Cardiología de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, dijo que el estudio debería impulsar a los investigadores a incluir el ejercicio físico en el diseño de ensayos clínicos y no sólo utilizarlo para la recuperación de enfermedades cardiovasculares. "En el campo de la investigación, nosotros deberíamos considerar realmente para algunas enfermedades, una estrategia de comparación de las terapias realizadas con medicamentos y con ejercicio físico", comentó O'Connor. 

En la parte clínica, O'Connor advirtió a los médicos sobre el cómo interpretar los datos: "No creo que los médicos digan lo suficiente que se debe hacer ejercicio y si lo hacen, el paciente no debe tomar sus estatinas. Por otro lado, para los enfermos que pueden estar en el límite en cuanto a la prescripción de un medicamento, hay pruebas suficientes en este estudio que demuestran que el ejercicio tiene beneficios evidentes, por lo que pensamos que deben ser considerados como parte de las recomendaciones terapéuticas para el paciente".

Para Lori Mosca, catedrático de medicina de la de la Universidad de Medicina de Columbia/Columbia y director del departamento de cardiología preventiva del Hospital Presbiteriano de New York (Estados Unidos), el estudio refuerza el valor del estilo de vida en la prevención de enfermedades, pero por diversas razones, algunos médicos se han centrado más en la prescripción de medicamentos, que en los cambios del estilo de vida de sus pacientes: "Creo que debido a que hay una mayor cantidad de datos procedentes de ensayos clínicos aleatorios controlados con medicamentos, existe una tendencia mayor entre los médicos de usar éstos en vez de otras alternativas". 


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